El voluntariado europeo de Mery en Francia. "Los valores que aquí se respiran son la clase de valores que quiero transmitir"

7 octubre 2021 laura

Soy Mery, de Madrid; maestra de Educación infantil, monitora de ocio y tiempo libre, artista y trotamundos. Esa soy yo. He sentido como hogar otros países a parte de España, y espero sentir lo mismo en muchos más, por lo que, aunque suene a tópico me siento ciudadana del mundo.
¿Por qué elegí este proyecto? Bueno, creo que este proyecto me eligió a mí.

No fue el típico proyecto que desde el primer momento me llamó la atención y tenía claro realizar, ya que suelo elegir experiencias relacionadas con la educación para que me ayuden a crecer profesionalmente. Sin embargo, algo me llevó a inscribirme, y cuando realicé la entrevista tuve claro que quería ser voluntaria en IDC. Aunque el proyecto no tuviera una relación directa con la educación, si la tiene de forma trasversal y sentí claramente que me ayudaría a crecer como persona.

Los valores que se respiran en la eco comunidad, son la clase de valores que quiero transmitir a mis alumnos cuando sea maestra, los que quiero desprender y contagiar a la gente que me rodea, y de los que quiero nutrirme. Valores como respeto, tolerancia, empatía, compañerismo, cuidado, no desperdiciar los recursos que tenemos porque son más valiosos de lo que pensamos, trabajar la tierra y recoger aquello que siembras, cocinar para tus compañeros creando un vínculo parecido al de una familia, cuidar y ver crecer sanos a los animales sin esperar nada de ellos ni tratarles como productos… Para mi los animales son un símbolo claro que me indican si estoy en el lugar correcto, y en el camping los animales son parte de la familia. Cuidar de ellos y tenerlos cerca me da la energía que necesito y me hace feliz.

Siempre he sabido lo importante que es el reciclaje, cuidar nuestro planeta porque no hay planeta B, no contribuir al capitalismo, usar el menor plástico posible, etc, pero ver ese cuidado y conciencia llevada a cabo de forma tan natural me hace creer en que realmente podemos cambiar el mundo, que no es tan difícil. No necesitamos comprar cosas que no necesitamos, con imaginación y creatividad todo es reutilizable. Ya tenía este pensamiento antes pero cuando estás en un sitio donde esa es la regla, tu creatividad vuela, y de pronto ya nada es un desperdicio, todo tiene un uso y un sentido. Ahora me cuesta mucho más tirar cosas, quien sabe si acabaré desarrollando el Síndrome de Diógenes.

Desde hace 3 años mi camino ha sido ser voluntaria; en un Kindergarten en Polonia, en un colegio Montessori en Francia, ahora en esta Eco comunidad… Y soy feliz. Me siento afortunada de tener la posibilidad de viajar, de encontrar personas de todo el mundo y crecer con sus percepciones de la vida e ideales, escucharles, hablar con ellos en otra lengua… Me hace crecer como persona, me hace ver el mundo desde otra perspectiva. Cuantas más experiencias distintas tengo, más versiones activo de mi, despertando conciencias que antes tenía dormidas. Viajar es crecer, viajar es conocerte. Es recoger las semillas del conocimiento esparcidas por el mundo, e ir sembrando las tuyas propias en las personas que se van cruzando en tu camino.

Mis expectativas para este mes que me queda son que mi conciencia siga abriéndose, que cale la semilla del ecologismo dentro de mi para que pueda esparcirla allá donde voy, concretamente en mi familia y amigos cuando vuelva, y por supuesto a la hora de educar. Absorber como una esponja el mayor conocimiento posible para saber como contribuir a cuidar el planeta de la forma más positiva, sostenible y consciente posible. Porque mi padre cuando era pequeña me dijo “Tenemos que dejar las cosas como nos las encontramos, o incluso mejor”. Y aquí he sido consciente de que somos la última generación con el poder de cambiar el mundo, de cuidarlo y salvarlo, de luchar contra ese monstruo que todos conocemos pero que nadie afronta porque parece que está a años luz. Sí, el cambio climático. Y si no luchamos y vencemos nosotros, nadie podrá hacerlo, porqué ya no habrá nada por lo que luchar.

ara finalizar, quiero compartir una reflexión que vino a mí durante el Youth Exange sobre resiliencia y sostenibilidad, que tuvo lugar en el camping: El covid nos ha demostrado como es posible cambiar nuestra actitud y comportamiento radicalmente, por ejemplo estando con mascarilla durante horas de trabajo, no juntándote con tus amigos para celebrar tu cumpleaños o no abrazando a tu abuela durante más de un año. Son cosas que hemos cambiado de la noche a la mañana para luchar todos contra este virus, las hemos aceptado y nos hemos adaptado por un bien mayor: la humanidad.

¿Por qué no tomamos responsabilidad y cambiamos con gestos significativos nuestra sociedad en favor del cambio climático? De forma que podamos seguir disfrutando (y las futuras generaciones) de este precioso planeta que nos da todo lo que necesitamos y nos permite ser. ¿Porq qué no dejamos de dañarlo como lo estamos haciendo? De verdad creo que no es tan complicado.. Si hemos podido soportar todo lo que hemos soportado estos dos últimos años, porque no cambiamos por la cosa más valiosa que tenemos: La Tierra. Solo juntos podemos salvarla. Y no veo causa mejor por la que luchar, porque sin ella ni somos ni seremos nunca más.

Mery

ASOCIACIÓN BRÚJULA INTERCULTURAL

“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”