Testimonio de un Caballero de los Calamares Fritos
- Primeros seis meses de Yannick -

1 septiembre 2020 laura

Lleno de impaciencia, con mi corazón con un poco de ansiedad y con el coche lleno de cerveza alemana, llegué a Burgos, en el norte de España, hace casi 6 meses. A mi llegada me esperaba una cálida bienvenida por parte de Beatriz y Laura, las chicas de la asociación Brújula Intercultural, y de Leonie, mi futura compañera de piso. Al poco de llegar al piso, dejamos las maletas en el salón y salimos a tomar algo en el próximo bar. No podría imaginarme una llegada mejor.

Las primeras dos semanas pasaron muy rápido: descubrir la ciudad, conocer a nuestras organizaciones de acogida y a la gente maravillosa que ellos conocen y con quienes trabajan, esforzarme por comunicarme con mi español roto y encontrar el mejor sitio de patatas bravas (que afortunadamente está justo detrás de nuestra casa). Y entonces, ya llegó la hora que Elisabetta, la tercera voluntaria y mi compañera de proyecto, llegó y completó nuestro trío (que amorosamente llamamos «Los Caballeros de los Calamares Fritos»). Por aquel entonces no sabíamos que en dos semanas el confinamiento nos golpearía con toda su fuerza.

Pasamos los dos meses y medio de arresto domiciliario cocinando, comiendo, bebiendo, celebrando (para disgusto de los vecinos :D), peleando, reconciliándonos, riendo, viendo pelis y aprovechando la “libertad” que nos daba la escapada ocasional al supermercado. Fue una época intensa y vivirla con dos personas prácticamente desconocidas para mí no fue fácil… pero, en realidad fue muy bonito y gratificante: llegamos a conocernos a un nivel que tengo con poca gente en mi vida, sin mencionar el apoyo que supusieron para superar las restricciones del encierro, conquistarlas y beneficiarnos de ellas de la mejor manera posible. Gracias chicas, por estar ahí para mí y nosotros.

Y ahora, al volver (?) a la nueva normalidad, tuvimos la gran suerte de recibir con los brazos abiertos al cuarto y último miembro de nuestra familia internacional, Tiago. Él llegó de Portugal hace sólo unas semanas, pero para mí es como si hubiera estado aquí desde hace mucho más tiempo. 
Somos un grupo extraño de personas con muchas diferencias, pero cada vez con más similitudes. 
Andamos juntos este camino lo mejor que podemos, apoyándonos mutuamente y aprendiendo más sobre nosotros con cada paso que damos. ¡Estoy feliz de compartir este momento con vosotros!

En general, los últimos seis meses han pasado volando y a la vez parecen una vida entera: He aprendido mucho sobre mí mismo y la gente que me rodea y no lo devolvería por nada del mundo. 
Siento que he cambiado y la decisión de irme al extranjero como voluntario fue definitivamente la decisión correcta y en el momento adecuado. A diferencia del momento en que llegué a Burgos, espero los próximos seis meses no con ansiedad, sino con ilusión y grandes expectativas de lo que está por venir.

Yannick Feith

ASOCIACIÓN BRÚJULA INTERCULTURAL

“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”