¿Quién me iba a decir a mi que dos meses podrían cambiarme tanto?
El voluntariado de Alberto en Polonia

22 septiembre 2020 laura

¿Quién me iba a decir a mi que dos meses podrían cambiarme tanto?

Me llamo Alberto Rina, soy un joven de 25 años de Plasencia, Extremadura. Realicé mis estudios de ingeniería en Sevilla, tras los cuales pasé una temporada trabajando. Llegó un día en el que me levanté sin motivación, con esa sensación de tener una vida establecida, una vida que en definitiva no quería, y joder… tengo 25 años y tantas cosas por ver. Es por ello que me lancé, apliqué para varios proyectos y sin pensarlo, acepté el primero en el que fui seleccionado.

Quizás hasta aquí no suena muy inspirador, pero en el momento en el que fui seleccionado para realizar un Voluntariado Shorterm de 2 meses en Polonia, mi vida cambio radicalmente. Adiós trabajo, adiós Sevilla y en unas semanas me encuentro en Polonia.

Llegó a la ciudad donde voy a realizar el voluntariado, se respira un ambiente fresco, noto que no es mi sitio, pero no me siento incómodo. Primer día y ya tenemos una barbacoa organizada por los voluntarios de larga duración. Eso, esos pequeños detalles que te aportan un extra al día, pues así dos meses… Empezamos a conocernos todos, entre carne, verduras, queso, cervezas y vodka (no olvidarse que estamos en Polonia). Empieza a sentirse que estamos en nuestra nueva casa.

Comenzamos a conocer a los integrantes de la asociación, gente motivada que no ha perdido las ganas de trabajar con jóvenes. Esa motivación se contagia, y empiezas a formar parte de esa pequeña familia que ha ido creciendo por toda Europa a lo largo de los años.

Y empiezan los campamentos de verano con los niños. No estoy seguro si disfrutaron más ellos o yo. Ha sido una de las mejores oportunidades para demostrarme a mi mismo mi creatividad, mis ganas de pasarlo bien y permitirme reencontrarme con el niño que llevo dentro.

A mitad del proyecto llega lo que tanto ansiamos, una semana de vacaciones. Una semana en la que no tenemos actividades ni tareas relacionadas con la asociación. En definitiva, una oportunidad para viajar. He de decir que no me esperaba una Polonia tan bonita. Joder, perdonen mi catetismo, pero no sabía ni situarla en el mapa. Y es que Polonia está llena de ciudades mágicas. Desde Wroclaw, donde puedes jugar a cazar figuras de enanos por toda su ciudad compuesta de innumerables puentes. Pasando por Poznan, una ciudad con un espíritu joven y universitario que dan ganas de quedarse. Cracovia con su interminable historia, visita obligatoria a los campos de concentración de Auschwitz y la mina de sal Wieliczka. Y ahora viene el plato fuerte, Zakopane; para los amantes del senderismo y la naturaleza esto es un paraíso. En verano es precioso y lleno de rutas que explorar, pero no me puedo ni imaginar como tiene que ser esa zona en invierno cubierta de un manto de nieve… Obligatorio realizar la ruta al lago Morskie Oko.

Hablemos por otro lado de comida, creo que he cogido 3 kg en dos meses. Puede que al principio encuentres la comida y los horarios un tanto extraños, pero te acostumbras fácil… Si eres aventurero y de paladar no muy exquisito lánzate a probar la comida local, prueba todo tipo de perogies, dale una oportunidad a los bigos, juega con las variedades de zapiekankas, pero lo más importante, acostúmbrate a la sopa y sobre todo pide ZUREK donde lo encuentre. Una deliciosa sopa que se sirve en el interior de un pan. Digo sopa porque no sé cómo catalogarlo, pero de verdad que mis dieses.

En cuanto esos 3 kg que he cogido, creo que 2.9 kg son de pura felicidad. Una experiencia inolvidable cargada de personas extraordinarias que me han ayudado abrir un poco más la mente. Y es que, si tengo que resumir esta experiencia me centraría en las personas que he conocido. Tanto los voluntarios que se encontraban en la misma situación que yo, como los propios coordinadores de la asociación (y una coordinadora un tanto especial para mi), los voluntarios locales, los niños de los campamentos, gente ajena a la organización… Para mi eso es lo más importante, personas con las que he compartido una experiencia que va a ser sin duda difícil de olvidar.

Solo tengo palabras de agradecimientos para la asociación Fundacja CAT por darme la oportunidad de trabajar con ellos, y otro agradecimiento especial a Polonia y sus gentes por descubrirme su cultura, tradiciones y hacerme sentir como en casa.

Alberto Rina Carpintero

 

ASOCIACIÓN BRÚJULA INTERCULTURAL

“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”