Irati y su experiencia de voluntariado en Italia

26 noviembre 2020 laura

Hace unos meses decidí que quería ser voluntaria europea en Italia. El tema laboral no está nada bien en ninguna parte y con la situación sanitaria actual se me estaba empezando a hacer muy pesado el día a día, así que cuando encontré la oferta de Kora apenas necesité tiempo para meditarlo porque entendí que lo que me estaba pidiendo el cuerpo era salir de casa y romper con la rutina.

Cuando te empiezas a hacer mayor la vida a veces se vuelve muy aburrida y en mi caso es necesario encontrar herramientas para no caer en la monotonía y hacerlo todo un poco más interesante.

En menos de dos días ya había tomado la decisión de irme y menos de un mes más tarde ya estaba en La Buona Terra con ganas de vivir aventuras.

Me parece hasta ofensivo intentar definir mi estancia allí solo con palabras porque ha sido una aventura vital que no creo que se pueda explicar. Me ha deshecho todos los esquemas y me ha cambiado la percepción y la manera de valorar las cosas.

Supuso un cambio muy radical dejar de un día para otro la vida en la ciudad y empezar a vivir en una granja y precisamente ese cambio es el que estaba buscando. He tenido tiempo para reflexionar y entender y entre otras cosas he visto claro que estamos perdiendo o hemos perdido las conexiones más importantes, las que nos nutren y a su vez nos reconectan con todo lo demás. Estoy hablando de la conexión con la propia tierra y de la conexión con nuestro propio cuerpo. Es verdad que en una sociedad como la nuestra es complicado encontrar tiempo para estar con nosotros mismos, pero además tenemos miles de estímulos programados para entretenernos y distraernos y al irnos a dormir resulta que en todo el día solo hemos cubierto necesidades de consumo y hemos ignorado prácticamente todas las demás.

En este tiempo en Italia he aprendido a apagar el móvil y prestar atención a lo que de verdad me aporta y me nutre. He estado en contacto con la tierra con las manos desnudas, he sentido las texturas en los dedos, el frío y la calidez en la piel, el sabor de los frutos recién recogidos de los árboles y el olor de la naturaleza desde el amanecer hasta el anochecer y por primera vez en la vida he sentido una satisfacción total con el trabajo que había hecho porque he tenido el privilegio de conocer todos los procesos de primera mano. Desde que el árbol produce los frutos hasta que el zumo llega a la mesa. Y ha sido increible.

Todo lo que pueda opinar es enormemente positivo. Ha sido un placer estar allí, la compañía de todos mis compañeros, el acompañamiento de Kora y la tranquilidad de saber que la Asociación Brújula estaba cuidándome desde casa. Espero tener la oportunidad de volver a vivir algo así y la capacidad de mantener en mi día a día todo lo que he aprendido.

Si te estás pensando lo de hacer un voluntariado europeo, puede que esta sea la señal que estabas esperando para decidirte.

¡Suerte!

Irati Segura

ASOCIACIÓN BRÚJULA INTERCULTURAL

“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”