"Mi experiencia como integrante del Cuerpo Europeo de Solidaridad". Alejandro en Hungría

15 abril 2021 laura

Me llamo Alejandro, tengo 25 años, soy natural de un pequeño pueblo de la provincia de Almería y he realizado un voluntariado europeo durante 6 meses en Debrecen (Hungría), dentro de una asociación (Hang-Kép Egyesület) dedicada a la fotografía y vídeo, habitualmente sobre eventos sociales que tienen lugar en la ciudad (la segunda más grande e importante del país tras la capital, Budapest), pero que en tiempos de pandemia ha tenido que reinventarse y buscar temáticas diversas para seguir publicando fotografías y vídeos a través de sus redes sociales.

Mi voluntariado inicialmente estaba previsto que durase 12 meses, y sí, has leído bien, estoy escribiendo este artículo de cierre de proyecto a la mitad del mismo. ¿Por qué? Porque no siempre las cosas salen como esperas, lo que llegado a un punto te hace tomar una decisión. La mía fue de cerrar esta bonita experiencia justo en el ecuador de la misma. Pero no todo lo que acaba antes de tiempo tiene que ser malo.

Llegué a Debrecen la última semana de agosto, pocos días antes de la implantación de nuevas medidas algo más restrictivas con respecto a la entrada de no residentes en el país. Tuve que realizar una cuarentena de casi una semana hasta que me realicé dos pruebas PCR en las que di negativo para poder salir de casa. Algo comprensible viendo la situación sanitaria que atravesamos. Yo, honestamente, creía que la evolución de la pandemia por la COVID mejoraría, pero no estaba en lo cierto.

Tres semanas después de mi llegada, el gobierno húngaro empezó a poner limitaciones en la vida social de los ciudadanos y eso, evidentemente, afectaba a mi actividad como voluntario. Los eventos se fueron reduciendo poco a poco, hasta que desaparecieron con la entrada de noviembre de forma indefinida (cuando estoy escribiendo este texto todavía no hay fecha para la reanudación de los mismos).

Cuando decidí ir a Hungría, lo hice por el proyecto. Estudié periodismo durante cuatro años en la universidad de Málaga, pero tras acabar unas prácticas profesionales decidí mudarme a Francia con un familiar que vive allí desde hace más de 20 años. Allí, aprendí el idioma, cogí experiencia internacional con más prácticas y añadí una segunda carrera universitaria a mi currículum. Tras casi 3 años, necesitaba un nuevo comienzo. Conocí casi de casualidad la oportunidad de Hang-Kép y me pareció un proyecto muy interesante. Ligado a la comunicación, la edición de fotografías y vídeos y la cobertura de eventos, el voluntariado europeo se presentaba como una oportunidad perfecta de aprovechar un año que suponía de transición ante la difícil situación económica, social y sanitaria que vivimos actualmente.

Y lo fue. En Debrecen he conocido buenos amigos, he mejorado mi capacidad de trabajo, progresado en mi nivel de inglés y aprendido a convivir con muchos sentimientos. Porque en un proyecto de voluntariado internacional hay muchas emociones que forman parte de la experiencia, y no todas tienen que ser positivas. La gestión y la inteligencia emocional son aspectos que no se trabajan en las escuelas, pero que son fundamentales en la vida. Experiencias como esta te hacen progresar a pasos agigantados.

Tras la cancelación de los eventos, el proyecto fue cambiando de rumbo, pasando de la comunicación al arte, campo en el que nunca he estado realmente interesado y en el que tampoco he destacado. Y sí, socialmente estaba contento, pero la principal razón de mi llegada a Hungría era el proyecto. Días cortos, poco sol, escasas opciones de ocio con todo prácticamente cerrado y una carga de trabajo casi nula ante la situación que estábamos y estamos viviendo con el coronavirus. Dejé de verle sentido a continuar y decidí volver.

En un voluntariado, hay diferentes perspectivas. Yo llevo casi cuatro años fuera de España, por lo que varios de ellos no los tengo tan en consideración como otros compañeros que acaban de salir de sus países de procedencia por primera vez. Yo ya he vivido esas primeras experiencias y mi labor profesional es mi primera prioridad.

Es cierto que el coronavirus ha reducido la experiencia, ha sido muy difícil viajar y casi todos los establecimientos estaban cerrados. Pero cuando estás en el extranjero, es muy fácil hacer amigos internacionales. Estudiantes, voluntarios, trabajadores, da igual. Hay muchos sentimientos comunes entre todos y la posibilidad de crear una “familia” es real. Aprendes nuevas culturas, mejoras tu nivel de idiomas, descubres un país, te conoces mejor a ti mismo y aprendes a trabajar en diferentes condiciones. Por esas razones creo que hacer un proyecto de voluntariado internacional es siempre recomendable.

Como consejo para ti, que has llegado hasta aquí leyendo mi experiencia como voluntario, te sugeriría que eligieses una temática de tu interés y que no escojas el primero que encuentres. Al final, la temática del proyecto es una gran parte de tu vida esos meses, y es esencial trabajar en algo en lo que disfrutas. Pero, sobre todo, abre tu mente y disfruta. Es una oportunidad muy enriquecedora en todos los sentidos. No la desaproveches.

Alejandro

ASOCIACIÓN BRÚJULA INTERCULTURAL

“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”