Ahora me toca escribir mi pequeña evaluación de los 6 meses de mi voluntariado. Es un poco raro porque no me parece que ya hace más de 6 meses. Han pasado super rápido. Y supongo que los 6 que me faltan van a pasar aún más rápido.
Antes de llegar, no tenía expectativas muy precisas. Pensaba en este año como una oportunidad genial para vivir otra experiencia en el extranjero, tomar tiempo para mejorar mi español, descubrir un nuevo mundo, más enfocado en la naturaleza (que siempre he vivido en pisos en grandes ciudades sin tener jardín o huerta) y pensar en mi proyecto profesional. Aprender más sobre los programas y proyectos europeos participando en uno también fue una motivación. Ayudar y ver cómo trabaja Brújula durante un training course y un youth exchange me interesaba mucho.
Es verdad que los inicios del voluntariado, como cualquier estancia al extranjero, puede ser un poco difícil, el tiempo de adaptarse. Durante mis dos primeras semanas aquí, a finales de noviembre, estaba un poco perdida y me puse a aprehender este año. Y aunque prefiero el invierno al verano, es verdad que el viento de Burgos no es muy acogedor.. Pero con el apoyo de Bea y Laura, de los otros voluntarios y con el tiempo, las costumbres de vida se forman, así que los encuentros, y poco a poco todo va mejorando. ¡Y eso hace que el tiempo vuele!
Trabajar con el equipo de Huerteco es muy ameno porque desde el primer día han sido todos muy majos y atentos, se preocupan de nuestro bienestar y son muy flexibles. Sabemos que en cualquier momento se puede hablar con ellos si algo nos incomoda o si tenemos problema. Podemos hablar libremente y buscar soluciones entre todos.
En este proyecto siempre aprendemos cosas, que sea sobre la huerta, las plantas y semillas, la poda, utilizar las herramientas, cortar madera.. Cada día sigo descubriendo cosas que ni siquiera pensaba, como asociaciones entre plantas, el impacto de la luna sobre las plantaciones, y mucho más.
Tampoco pensaba aprender tanto sobre la gallina castellana negra y los pollitos. Tengo que decir que el gallinero en sí no es mi lugar favorito, pero cuidar de los pollitos, dar comida a las gallinas, llevarlas a los coles y ver a los niños y profesores tan contentos da mucha ilusión! Siempre recordaré la vez en la que una gallina se escapó de un cole hasta ir a la calle.. ¡No vuelan tanto pero sí que corren rápido!
Además, entre todas las experiencias que tuvimos, hay una que me marcó especialmente. Después de haber ayudado a instalar tantas incubadoras en coles, nosotras también queríamos observar este proceso de cerca, y ¡tuvimos una en casa! Ver a los pollitos nacer y observar cómo crecían durante los primeros días fue maravilloso. Sin duda, es una de las anécdotas más memorables de mi voluntariado.
Ahora que estoy bien establecida en Burgos y en Huerteco, solo me queda continuar aprovechando lo máximo posible, ya que sé que los últimos meses van a ir volando. Estos meses también serán la ocasión de intentar desarrollar mi proyecto personal y pensar en el después, aunque da miedo.
Para acabar, quería animar a las y los que están pensando en hacer un voluntariado, de verdad ¡es una experiencia muy bonita que seguro os ayudará de alguna manera a crecer!
Romane